1. Proceso de trabajo conjunto

Intervenir sobre lo existente implica conocer a fondo el punto de partida y darle valor, tanto en aspectos técnicos como humanos. Por esto preferimos conocer lo mejor posible las personas y organizaciones para las que trabajamos, y para ello nuestro primer acercamiento se basa en distintas metodologías de conocimiento mutuo (entrevistas, diagnósticos…).

Por otro lado, trabajamos con métodos de diseño participativo del proyecto (codiseño).

En contraposición con un modelo donde las ideas salen del escritorio del proyectista y llegan a los usuarios en forma de diseño cerrado, trabajamos una aproximación a las mejores soluciones contemplando alternativas diversas a una misma necesidad (nunca hay sólo una solución buena), e irlas discutiendo con los usuarios.

Esto evita cambios posteriores derivados de falta de previsión y entendimiento y, por ello, en el computo global, es una forma de trabajar más eficiente y que ahorra costes.

2. Ecología, eficiencia y salud

Desde el enfoque de adaptación a las necesidades de cada proyecto y lugar, tratamos de introducir elementos que reduzcan el impacto medioambiental de la actuación.

Partimos de:

  • Criterios bioclimáticos, que implican el aprovechamiento máximo de las condiciones propias de cada lugar en términos de energía (asoleamiento, luz natural, orientación, vientos, escorrentías…)
  • Un diseño eficiente que permita gastar la menor energía posible (las llamadas medidas pasivas, como el aislamiento o la inercia térmica).
  • Unas instalaciones poco consumidoras y alimentadas con energías renovables (medidas activas).

A estos criterios sumamos el enfoque de la bioconstrucción o biología del hábitat, lo cual supone una apuesta por materiales locales y técnicas tradicionales, actualizadas con nuevas tecnologías.

Además, se introduce la consideración sobre el impacto en la salud del entorno construido, ya que no todo lo eficiente es sano.

Estos enfoques se sintetizan en distintos tipos de evaluación o certificación del proyecto (como la certificación PassivHaus, el Análisis del Ciclo de Vida o los Certificados Energéticos), que miden el impacto de nuestras intervenciones en el medio ambiente, y que en la actualidad se vuelve un importante factor en términos sociales y, cada vez en mayor medida, normativos.

A escala de la ciudad buscamos la sostenibilidad urbana a través de indicadores de complejidad, diversidad de usos, movilidad eficiente o biodiversidad, en la línea establecida por la Nueva Agenda Urbana.

La ciudad del siglo XXI debe apostar por una escala más humana y por fomentar la salud comunitaria, por lo que también introducimos estos enfoques desde el inicio.