Compartimos este informe “Salud, espacios, personas” de HAUS y GBCe, como uno de los documentos referentes en nuestro trabajo e investigación en torno al cruce entre “Arquitectura” y “Salud”, dimensiones que, una vez leído este informe, se entenderán como indisociables.

Un propósito: “Contribuir a mejorar la vida de las personas mejorando los espacios donde descansan, donde se quieren y relacionan, donde trabajan y se forman, donde se curan, donde viven.”

Santamaria. H.A.U.S. Healthy Buildings

Este informe sobre el impacto que tienen los espacios en nuestro bienestar parte de un contexto donde se exponen algunos datos importantes sobre el intercambio y adaptación entre nuestro organismo regulador y el entorno construido y las diferentes evidencias científicas que han ido logrando que hoy la salud y el bienestar se consideren indicadores básicos de sostenibilidad para el sector de la edificación en el ámbito de la UE. (European Commission, 2018).

Enfoque desde las necesidades de las personas.

El enfoque y estructura del informe, que tanto compartimos, supone poner a las personas en el centro de la cuestión: las necesidades de las personas y el funcionamiento del propio cuerpo. Desde este punto de vista, entendemos el entorno edificado como el soporte vital del ser humano, su ecosistema, donde desarrolla la casi totalidad de sus actividades. Este entorno es artificial, se ha diseñado, construido y transformado por las personas sin tener en cuenta muchas veces sus propias necesidades. Podríamos considerar los edificios nuestra tercera piel, siendo la segunda la ropa que utilizamos.

A partir de este enfoque resulta fundamental conocer el funcionamiento del cuerpo humano como un organismo formado por una serie de sistemas que llevan a cabo las funciones necesarias para desarrollar la vida. Estos sistemas, a su vez, se nutren de las actividades fisiológicas (respirar, dormir, alimentarse, moverse), además de la actividad cognitiva y la actividad socioemocional; actividades influidas por agentes exteriores e interiores a lo largo del tiempo.

Diseñar y construir espacios saludables exige garantizar el completo bienestar físico, mental y social.
Actividad fisiológica.

Las necesidades fisiológicas son necesidades básicas para mantener la homeostasis e incluyen aire, descanso, comida y bebida y salud.

  • Teniendo en cuenta, por un lado, que el aire limpio es un requisito básico de la salud y el bienestar humano y, por otro lado, que el aire de nuestras casas puede estar hasta 5 veces más contaminado que el aire exterior, resulta imprescindible un correcto diseño de la envolvente y de los materiales y acabados interiores libres de contaminantes, el control de la calidad del aire (monitorización, ventilación) y la regulación de la humedad y la temperatura.
  • El sueño permite regenerar nuestro cuerpo a nivel celular, hormonal, cardiovascualar e inmunológica, incrementar la creatividad, mejorar la memoria, ayudar a perder peso y reducir la depresión. Resulta necesario respetar los ciclos naturales de iluminación (luz-oscuridad) favoreciendo la iluminación natural y un correcto control de la iluminación artificial, además de una correcta temperatura y calidad del aire, control de las radiaciones electromagnéticas y protección frente al ruido.
  • La nutrición está en la base de la promoción de la salud y la prevención de enfermedades. En este sentido, resulta aconsejable prever espacios específicos para la actividad de comer, desde la ergonomía, la estimulación sensorial y la sociabilidad. En esta línea, resulta interesante la incorporación de espacios y equipamientos para la producción de alimentos en el propio edificio.
  • El movimiento corporal y actividad física aumentan los niveles de serotonina en nuestro organismo, mejoran la capacidad cardiorrespiratoria, muscular y nuestro estado psicológico. Desde el diseño, se pueden fomentar recorridos accesibles, seguros y de calidad dentro y fuera de los edificios para promover la actividad física, además de espacios multiposturales para facilitar la movilidad. Desde el diseño urbano, la mezcla de usos, la movilidad ciclista (y sus infraestructuras asociadas) promueven la actividad física además de entornos más saludables
Actividad cognitiva.

Son todos aquellos procesos para nuestro desarrollo mental: desde la recepción de los estímulos de nuestro entorno a través de los sentidos (sensación y percepción), pasando por los procesos que organizan esta información (atención, procesamiento y memoria) para desarrollar a continuación procesos superiores (pensamiento, aprendizaje, memoria etc.).

Actividad socioemocional.

Son aquellas claves para la autorrealización como entidad personal y entidad social.

Tanto el buen estado de ánimo como buenas relaciones sociales, en todas sus variantes, favorecen nuestra salud física y mental. Las personas, como seres sociales, necesitamos forjar vínculos en comunidad. La cohesión social es un factor determinante para la salud personal de los individuos.

Enlace al informe completo