1. Introducción. El aislamiento térmico.

El aislamiento es la capacidad de los materiales para resistir el paso del calor y, aunque esta no es su única
propiedad térmica (también absorben más o menos calor, lo ceden más o menos rápidamente y su superficie se
adapta a la del ambiente más o menos fácilmente…), sí es la más importante. Se mide según su conductividad
térmica (λ) que, para considerar un material aislante debe ser menor de 0,065 W/mK (habitualmente entorno a 0,03-
0,04 W/mk). La resistencia final depende del grosor del elemento aislante. Lo que aísla realmente es el aire inmóvil
ocluido en el material por lo que se trata normalmente de materiales esponjosos o con micro oquedades y ligeros
que atrapan el aire en su interior.

Es conveniente diferenciar los materiales con capacidad aislante de los que tienen otras propiedades térmicas
(inercia térmica o efusividad térmica, por ejemplo). Así, no son materiales aislantes la tierra (λ≈1 W/mK), la piedra
(λ≈2 W/mK) ni los morteros u hormigones, ya sean de cal o de cemento (λ≈1 W/mK), ya que suponen pérdidas entre
25 y 50 veces mayores que un aislamiento. La madera en su forma natural tampoco es estrictamente un aislante
aunque sí es un corrector térmico ya que sus valores se aproximan mucho de los de los aislantes (λ≈0,18 W/mK),
aunque hay que tener en cuenta sus espesores reducidos, en torno a los 2 o 3 cm cuando se utiliza de forma
superficial. No obstante la madera tiene una baja efusividad térmica, que permite que su superficie se mantenga
caliente, por lo que el confort térmico es mayor frente a un revoco para una misma resistencia del complejo de
fachada.

2. Introducción. La inercia térmica.

La inercia térmica es un concepto más complejo que tiene que ver con la capacidad de absorber calor y cederlo
posteriormente al ambiente. Es una característica también muy importante ya que la inercia nos permite en
invierno acumular calor y en verano desfasar la onda térmica y absorber calor para disiparlo después en la noche. Se
puede distinguir la inercia térmica interior (capacidad de acumulación de la zona aislada del calor generado al
interior o captado por las ventanas) e inercia térmica de transmisión (amortiguamiento y desfase de la onda
térmica, especialmente en la fachada sur y en la cubierta). Cómo utilizar la inercia interior y de transmisión
correctamente depende en gran medida del régimen de uso del edificio (segunda vivienda, zonas usadas
ocasionalmente…).

Para el óptimo funcionamiento térmico de un edificio, es necesaria la correcta complementariedad de ambas
estrategias con el régimen de uso. Los materiales aislantes no son por lo general materiales con inercia térmica y
viceversa. En medio, hay algunos materiales que conjugan ambas propiedades aunque no sean los más eficientes
en cada una de ellas, son los llamados correctores térmicos, ya sean materiales únicos (como la madera) o
conglomerados (morteros aligerados como un mortero con virutas de corcho…).

3. Los materiales convencionales. Por qué no usarlos.

En la rehabilitación convencional los materiales aislantes que se utilizan en mayor proporción son el poliuretano, el poliestireno y la lana de roca.

En cuanto al balance ecológico, los materiales plásticos son claramente desfavorables, generando más impactos, fundamentalmente a nivel de balance de carbono y balance energético, pero también en las categorías de agotamiento de recursos, destrucción de la capa de ozono y formación de oxidantes fotoquímicos.

Por lo tanto, se puede asegurar que estos sistemas son incompatibles con una elección que quiera tener una aproximación
ecológica.

A nivel prestacional, los materiales plásticos no son permeables al vapor de agua ni son aislantes acústicos; la lana de roca tiene una durabilidad limitada al ser degradable por roedores y por la humedad.

En el caso del estireno, según la Agencia Americana para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades (ATSDR), dosis altas pueden afectar el sistema nervioso y causar alteraciones. La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) ha determinado que el estireno posiblemente es carcinogénico en seres humanos.

El formaldehído, presente en algunos aislamientos a base de poliuretano, es un tóxico doméstico muy extendido.

Desde 1980 se sospecha de su potencial cancerígeno (grupo III B de la lista MAK). Además provoca irritación de las mucosas, quemazón ocular, alopecia, enfermedades de las vías respiratorias, alergias, dolores de cabeza, irritabilidad. En ocasiones se remplaza por los isocianatos, igualmente nocivos.

En cuanto a las fibras, presentes la lana de vidrio, la lana de roca y la lana mineral, ha de tenerse en cuenta su peligrosidad, sobre todo cuando no están bien aisladas del espacio interior (colocación sin revestir, falsos techos, estanqueidad al aire defectuosa…), dada la posible degradación con el tiempo. La toxicidad se basa también en las emisiones de los aglomerantes contengan y en las emisiones de polvo y fibras que entran en los pulmones.

Como conclusión podemos afirmar que, si se toman las medidas de precaución necesarias, aun no hay evidencias científicas que muestren riesgos para la salud de los habitantes de las viviendas por contaminación del aire interior en condiciones normales del uso de aislantes convencionales, es decir perfectamente sellados del ambiente interior.

Hemos de aclarar que esta afirmación se hace desde una lógica causaefectista (una causa, un efecto) que no tiene en cuenta los efectos menos estudiados de dosis bajas pero prolongadas y de las sinergias entre distintos compuestos. Sin embargo, en caso de incendio, los poliestirenos y los poliuretanos generan emisiones de humo altamente tóxicas.

Sólo este hecho debería llevar a su proscripción como aislamiento interior. Además, algunos materiales sintéticos, como el poliestireno expandido, se derriten al quemarse (efecto napalm), y pueden producir quemaduras en el cuerpo y ayudar a la propagación del incendio.

Su pésimo balance ecológico, su peligrosidad en caso de incendio, el hecho de que muy rara vez se encuentran completamente sellados del ambiente interior y la nula permeabilidad al vapor de agua en el caso de los de origen plástico, desaconsejan su uso pese a su precio (anormalmente bajo por motivos geopolíticos de la industria petrolera) de la y su capacidad aislante.

4. Materiales naturales.

Son aislamientos naturales aquellos los que responden a un balance de ciclo de vida favorable, son inocuos para la salud, tienen un buen cumplimiento de sus funciones y son duraderos.

Los aislamientos naturales tienen en general mucho mejor comportamiento en todos estos aspectos que los convencionales. El aspecto más problemático a tener en cuenta, y ni siquiera en el caso del corcho, es el deterioro frente a la humedad que no difiere por otro lado del de la lana de roca, ampliamente utilizado en el sector. En este sentido, habrá que poner especial precaución en su protección frente a la humedad y la correcta gestión de las condensaciones intersticiales, siempre problemáticas.

Es cierto que el sector de la fabricación de materiales aislantes naturales ecológicos en el país no está suficientemente desarrollado, pero no hay razón para que no se puedan fabricar numerosos aislantes de origen vegetal o animal en los diversos climas de la península. Es necesaria voluntad política e inversión en I+D+I en este sector dentro de un marco de desarrollo verdaderamente sostenible. Se podrían obtener sin problemas diversos tipos de aislamientos para el sector de la construcción, entre los que destacan:

− Corcho. Extraído de la corteza del alcornoque. Los aglomerados de corcho para aislamiento están constituidos por granulado de corcho, aglutinado entre sí por la propia resina natural del corcho.
− Celulosa. Se trata de papel de periódico reciclado molido, al que se le han añadido sales de bórax para darle propiedades ignífugas, insecticidas y antifúngicas.
− Cáñamo. Producido a partir de las fibras largas extraídas del cáñamo textil (cannabis sativa), consideradas un subproducto de poco aprovechamiento.
− Tableros de fibras de madera. Elaborados a partir de los desechos de la madera.
− Lana de madera. Producto hecho de hilos de madera cortados, utilizados principalmente en el “packaging” y como material base para producir otros productos como placas de fibras de madera.
− Paja. Material subproducto de la cosecha de cereales.

Otros materiales aislantes aceptados en la construcción natural son la arlita, la perlita, el algodón o la lana de oveja.